
Alemania se suma a la práctica europea del groseramente llamado “cordón sanitario” a la también mal llamada “extrema derecha”, reproduciendo una maniobra antidemocrática que roza la inconstitucionalidad y el fraude de ley y que, sin embargo, utilizan partidos en defensa de la misma democracia que no respetan.
Resulta casi cómica la contradicción que representa que el partido ganador de las elecciones alemanas del pasado domingo, los conservadores del CDU/CSU (28,52%), se haya comprometido a coaligarse con cualquiera que no sea Alternativa por Alemania (AFD), que es la “extrema derecha”, con tal de evitar que pueda acceder al poder a pesar de que, como segunda formación más votada e ideológicamente más cercana al ganador, debería ser la llamada a participar en el futuro Gobierno alemán.
Por el contrario, para todos esos partidos a nivel europeo que esgrimen el argumento de la necesidad de los cordones sanitarios en “defensa de la democracia”, tiene más sentido formar coalición con organizaciones de extrema izquierda o directamente ilegales, como deberían ser todas las formaciones separatistas catalanas y vascas por perseguir objetivos contrarios a nuestra Constitución, que respetar el voto ciudadano.
De ahí la manifiesta “antidemocraticidad” de los cordones sanitarios, que solo se aplican a los partidos que son calificados de extrema derecha por aquellas formaciones que se erigen en juez y parte, negándoles el derecho a acceder al poder aunque el ciudadano haya votado lo contrario. Un planteamiento con escaso espíritu democrático y que, sin embargo, sí recuerda mucho a prácticas fascistas.
Porque lo más insultante de esta táctica antidemocrática es que es utilizada por partidos que se consideran modelos de legalidad cuando el por ellos señalado aumenta su número de votos hasta el punto de tener la posibilidad de acceder al poder. En estas elecciones, AFD ha ascendido hasta convertirse en el segundo partido más votado (20,8%) superando a los socialistas del SPD (16,41%), que han perdido el Gobierno del país.
Los cordones sanitarios son además contrarios a esas constituciones europeas que se basan en el respeto a las voluntades mayoritarias y provocan “tumores” a la democracia al permitir el acceso fáctico de partidos minoritarios, e incluso de dudosa legalidad, caso de las formaciones secesionistas en el actual Gobierno español, en perjuicio de partidos más votados o, volviendo al caso de España, del partido más votado, como le sucedió al PP en las pasadas elecciones generales.
Finalmente, un cordón sanitario es siempre una falta de respeto al ciudadano, a su voto como expresión máxima de la soberanía popular. Cuando se boicotea a uno de esos partidos de “extrema derecha”, se expulsa a sus electores del juego democrático, se ignora a sus votantes y, por supuesto, se anulan sus votos, y eso es inconstitucional.
Aún así, siendo conscientes de estas obviedades, los partidos que se autocalifican como democráticos a pesar de sus prácticas antidemocráticas, continúan sin querer preguntarse por qué esa “extrema derecha” sigue creciendo en todo Occidente. Probablemente lo hacen porque saben que no les gustará la respuesta.
Y lo que es todavía más evidente en base a la evolución de los resultados electorales, es que los “cordones sanitarios” no sirven para evitar la propagación de esta enfermedad, que no es otra que el derecho a votar libremente como única herramienta para expulsar a ineptos y corruptos del poder.
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