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Miércoles, 1 de Enero de 2025

Este mes de enero, el Gobierno volverá a cargar sobre las carteras de los ciudadanos el creciente déficit que han provocado sus decisiones económicas equivocadas y habrá una subida generalizada de la presión fiscal que afectará principalmente a las economías más débiles a través de los impuestos indirectos.

Es el resultado inevitable de una política económica dirigida a comprar votos sumado a la necesidad de cumplir las exigencias de Bruselas para seguir recibiendo sus fondos.

Políticas asistenciales, prestaciones universales, subidas del salario mínimo, de las pensiones y concesiones de beneficios y derechos que tienen un impacto cuantificable en euros sin hacer antes números para saber cuánto va a costar, desemboca necesariamente en números rojos que alguien tiene que pagar. Y todos sabemos que ese alguien es siempre el contribuyente.

Por eso es solo una media verdad lo que el presidente Pedro Sánchez va predicando cada vez que alguien le pone delante un micrófono: económicamente España va “como un cohete”. Lo que no dice es que en esa nave viaja muy poca gente y que la mayoría de los españoles nos hemos quedado en tierra viendo el despegue.

España crece en cifras macroeconómicas para satisfacción de las instituciones financieras internacionales y europeas, confirmando que continúa aumentando el tamaño de la grieta que separa en dos a los españoles, con un reducido grupo de grandes privilegiados que son cada vez más ricos y con una enorme mayoría que es cada vez más pobre. Basta con ver como crece la pobreza relativa y la absoluta a la vez que aumentan los beneficios de esa minoría.

Y gran parte del problema es que esa élite privilegiadísima ha acaparado productos y servicios esenciales, que son de demanda inelástica, con la connivencia de los mismos gobiernos -el problema afecta a toda Europa- que luego alardean de que sus políticas han convertido a sus países en “cohetes” económicos. Probablemente ha sido el profesor Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica, el que mejor lo ha definido en una entrevista concedida a “El Nacional”, al afirmar que sectores básicos para la población como la vivienda o la alimentación “son sectores que están absolutamente secuestrados”.

Si José María Aznar cuando era presidente afirmó que “España va bien”, hoy podemos asegurar que España va muy bien para cada vez menos españoles.

Regalar dinero a todo el mundo, reducir horas de trabajo sin tocar los salarios, las subvenciones y ayudas, animar la llegada de inmigrantes ilegales y financiarlo, puede estar muy bien para el país que pueda permitírselo, nosotros no podemos. Y el resultado de estas temeridades económicas es el que veremos este enero, cuando los contribuyentes medios paguemos la cuenta en el supermercado, en la gasolinera o la factura de la luz, o la nueva tasa de basura.

Además, pagaremos un nuevo impuesto que detraerán de nuestras nóminas y que va dirigido a intentar salvar el sistema de pensiones de la quiebra que el Gobierno no reconoce.

Si en 2024 llegar a final de mes para la mayoría de las familias españolas suponía un esfuerzo titánico, en 2025 lograrlo será heroico.

A pesar de todo, intenten pasar un buen año nuevo.


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