Si los medios de comunicación que son críticos con el régimen de Pedro Sánchez son de “extrema derecha” o “ultras”, los valencianos cabreados que arrojaron barro al presidente y a los reyes también y, además, Trump ha logrado la victoria electoral gracias al voto de “ultra”, los comisarios políticos de La Moncloa concluirán sin duda que los afectados por la DANA son votantes de Trump.
O tal vez que la tragedia de la DANA ha convertido en “ultras” a sus víctimas; aunque para los cerebros de La Moncloa también sería válido concluir que todos los norteamericanos republicanos que han votado a Donald Trump han sido víctimas de huracanes y tornados, que es como se le llama en América a los fenómenos meteorológicos que te fastidian la vida, y ese sería el común denominador que convierte a todos ellos en peligrosos conspiradores de la extrema derecha.
Con esa construcción mental que el PSOE de Pedro Sánchez -que no es el PSOE de verdad- ha impuesto en los cerebros de los fieles al régimen, no sorprende que todo lo que es contrario a los intereses del líder tenga su causa y origen en esos ultraderechistas que no han dejado de aumentar desde que escaparon del Valle de los Caídos cuando Sánchez abrió la tumba de Franco.
Las víctimas de la riada de Valencia pasan a convertirse automáticamente en miembros de una conspiración orquestada para socavar la credibilidad del presidente del Gobierno y la confianza en su gestión. Conspiración publicitada por determinados medios de comunicación, también ultras, que difunden mentiras y bulos sobre el amado líder y los miembros de su Ejecutivo. Es la famosa “máquina del fango” que no fue la que fabricó el barro que los valencianos le tiraron a Sánchez y a los monarcas. Al menos, no consta.
Y aunque los otros medios de comunicación, los que hablan bien del presidente del Gobierno y por tanto dicen la verdad, insistan en ver la alargada sombra del fascio detrás de cualquiera que le ponga mala cara a este Gobierno, los ciudadanos de a pie que vieron por televisión lo sucedido en Valencia, son conscientes de lo ridículo de pretender culpar a la “extrema derecha” del cabreo generalizado de las víctimas de la DANA. Al igual que saben que lo que le ha dolido a nuestro soberbio presidente son las imágenes en las que se le ve huyendo como un conejo mientras los reyes Felipe y Letizia aguantaban el chaparrón y cumplían.
Como en cualquier régimen absolutista, el discurso oficial, la verdad oficial, no es públicamente cuestionable sin sanción y el de Sánchez empieza a recordar a aquellos últimos días de la Alemania nazi, cuando se detenía a la gente por dudar de la victoria a pesar de que los tanques rusos estaban ya rodeando el Reichstag.
No importa cuantos decretos leyes apruebe el Gobierno para reprimir la disensión, para censurar a los medios de comunicación o imponer sus dogmas a la ciudadanía, ni importan las veces que culpe a conspiracionistas “ultras” de todas sus torpezas, los tiranos son productos perecederos, tienen fecha de caducidad.
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