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Martes, 11 de Febrero de 2025
Por Fernando Madariaga

Un año después de la muerte de los dos agentes de la Guardia Civil en el puerto de Barbate a manos de narcotraficantes hay muchas preguntas que siguen sin respuesta sobre la indolente actitud del Ministerio del Interior, del Gobierno central en realidad, a la hora de hacer frente a un problema que escapa cada vez más al control de las autoridades.

En la lucha contra el tráfico de drogas procedentes de Marruecos, el Gobierno de Pedro Sánchez mantiene una inexplicable actitud de pasividad, mientras los narcotraficantes se crecen cada día más ante unas Fuerzas de Seguridad del Estado a las que el ministerio mantiene en situación de indigencia en lo que a recursos se refiere.

Conscientes de que su superioridad en recursos materiales frente a las embarcaciones de la Guardia Civil les convierte casi en inalcanzables, hemos podido ver en televisión cómo las gomas, las lanchas utilizadas por los traficantes, remontaban el Guadalquivir a plena luz del día hasta llegar a Sevilla o entraban en los puertos de la zona, saludando incluso con la mano a los curiosos que les grababan con sus móviles. Hasta publican videos en las redes sociales alardeando de su impunidad ante un Gobierno que mantiene una posición de pasividad tan incomprensible como opaca.

Esa opacidad característica de Pedro Sánchez cuando se trata de cuestiones que tienen que ver con Marruecos, hace que no se haya dado explicación alguna de la sorpresiva decisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de disolver en 2022 el Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico (OCON-Sur), que era la más eficaz unidad de la Guardia Civil en la materia en el Campo de Gibraltar. Marlaska tomó la decisión sin informar a ninguna Fiscalía ni a los jueces.

El resultado de esta estupidez lo recogía la memoria de la Fiscalía Antidrogas de Andalucía de ese año al señalar que las aprehensiones de droga habían caído a la mitad en relación a 2021 por la menor presión policial.

Igualmente, en esa deliberada opacidad en el tema del narcotráfico procedente de Marruecos, tampoco se entiende la permanente y extraña actitud servil del Gobierno de Sánchez con nuestro vecino del sur, al que nunca se le piden explicaciones de por qué drogas e inmigrantes salen libremente de sus costas sin que desde Marruecos se haga nada para impedirlo.

Es obvio que nadie olvida que el radical cambio de actitud de nuestro presidente del Gobierno hacia el reino alauita se produjo inmediatamente después de que ese vecino con el que el Gobierno asegura que tenemos unas “magníficas” relaciones, le pinchase a Pedro Sánchez su teléfono móvil con el programa “Pegasus”, descargándose información del terminal del presidente.

Obviamente, con su habitual talante absolutista, Sánchez no ha dado explicación alguna de qué ha sido lo que Mohamed VI le pilló en el móvil pero, sea lo que sea, ha sido suficiente para cambiar de un día para otro nuestra histórica posición sobre el Sahara Occidental y también la política del Gobierno para Ceuta y Melilla, siempre en beneficio de Rabat, por supuesto.

En ese marco de opacidad que cada vez cubre más actividades de nuestro Gobierno, parece lógico que jamás se haya planteado acabar con el problema del narcotráfico en origen, preguntando a Marruecos quién es el propietario de las plantaciones de hachís que inundan el Rif y otras zonas del norte. Seguro que la respuesta no iba a sorprender a muchos.

Es la opacidad lo que mata a nuestros guardias civiles, los narcotraficantes son solo la herramienta utilizada.


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