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Martes, 19 de Noviembre de 2024
Por Fernando Madariaga

Parece que a Vladímir Putin no le ha sentado nada bien que Joe Biden permita a los ucranianos utilizar misiles de largo alcance norteamericanos para atacar suelo ruso y hasta ha amenazado a los aliados de Kiev advirtiendo de que “adoptará las decisiones correspondientes” si se bombardea suelo ruso con munición occidental.

Lo que olvida el presidente ruso es que fue él quien abrió el baile, primero invadiendo Ucrania, después con los bombardeos indiscriminados sobre objetivos e infraestructuras civiles con el lógico resultado de miles de no combatientes muertos y, en tercer lugar, con la intervención de tropas norcoreanas en el conflicto.

Eso sin olvidar que ha sido el líder ruso el que ha advertido en numerosas ocasiones a la OTAN y a EEUU sobre el peligroso desenlace que podría producirse si soldados occidentales se involucran en el conflicto.

De hecho, ayer lunes el presidente ruso afirmó que el uso de esas armas de largo alcance sobre suelo ruso implicaría la entrada de la OTAN en la guerra. Que viene a ser el mismo disparate que considerar que Corea del Norte nos ha declarado la guerra enviando soldados a Ucrania para pelear junto a los rusos.

Putin se está comportando como un niño malcriado al fijar unas normas para esta guerra que solo Ucrania debe cumplir. Si no fuera por el drama que supone, sería casi “de Gila” que Rusia invada al país vecino y luego se “ofenda” porque el enemigo responde a los bombardeos o incluso tiene la osadía de ocupar algo de territorio ruso. No es serio lo de enfadarse porque el otro se defiende de tus disparos disparándote.

En todo caso la jugada de Joe Biden era previsible tras el resultado electoral en Estados Unidos. Nadie duda de que Donald Trump reducirá sustancialmente la ayuda militar a Ucrania cuando llegue a la Casa Blanca en enero, por lo que habrá que llegar a esa fecha en la mejor posición posible para negociar una paz que Trump se ha comprometido a alcanzar de forma rápida.

Sin embargo, la idea del nuevo presidente de EEUU es que esa paz se alcance con la aceptación por Kiev de la situación fáctica, lo que supondría la renuncia a la soberanía sobre gran parte del territorio ucraniano ocupado por Rusia.

Por eso, cuanta más tierra rusa ocupen los ucranianos antes del alto el fuego, en mejores condiciones estarán para negociar.

Obviamente, los rusos actuarán igual con idea de llegar a la mesa de negociación con las mejores cartas, lo que hace prever que estos próximos meses de guerra serán especialmente cruentos.

Tampoco es de recibo que, en esa actitud infantil, Putin haya amenazado esta mañana con utilizar armamento nuclear al promulgar un cambio en la doctrina que le permitirá utilizar este tipo de armas contra cualquier enemigo aunque ni le ataque ni posea arsenal nuclear.

Y al rato de la última pataleta del líder ruso, los ucranianos lanzan sobre un objetivo militar en territorio ruso los primeros misiles balísticos de fabricación norteamericana.

Teniendo en cuenta que Donald Trump no ocupará el cargo hasta finales de enero, sería prudente que todas las partes en conflicto se contuviesen para evitar dar algún paso que no tenga vuelta atrás.

Quedan más de dos meses para la toma de posesión en Washington, tiempo más que suficiente para meter la pata cientos de veces en una situación en la que bastará meterla una vez para que no haya vuelta atrás.


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