Herramientas de Accesibilidad

Skip to main content
Sábado, 9 de Noviembre de 2024
Por Fernando Madariaga

Pues no ha habido suerte, Kamala Harris no ha ganado, más aun, ha perdido que en política electoral no significa lo mismo. Mi deseo personal y el sentido común tras escuchar a Trump me llevaban a inclinarme por una victoria de Harris por la mínima. Me equivoqué.

Tras ver las intervenciones de Donald Trump durante la campaña, fue precisamente la lógica pregunta de “¿quién va a votar a este hombre con las cosas que dice?”, lo que me hizo prever una victoria ajustada de la candidata demócrata a pesar de la debilidad de su discurso. Incluso tuve en cuenta las peculiaridades de los norteamericanos a la hora de calcular que el ahora ganador mantendría un nicho importante de incondicionales, pero de ahí a ganar, pues no.

Pues sí; el votante norteamericano debe ser más peculiar de lo que lo parece, y eso que lo parece mucho, aunque admito que prácticamente no conozco los Estados Unidos y que, a decir verdad, jamás me han interesado. Verán, un país que apoya mayoritariamente la casi libre tenencia de armas de fuego que matan anualmente a más de 45.000 personas y en el que la policía acaba con la vida de unas 1.300 personas al año, me parece demasiado complicado para que pueda entenderlo, y votando a Donald Trump por abrumadora mayoría me han demostrado que escapan a mi comprensión.

Con esas cifras, lo que sí me he preguntado con frecuencia es por qué hay tanto terrorista por el mundo que quiere matar a norteamericanos si se matan entre ellos con sorprendente eficacia. El ISIS, Al Qaeda, los talibanes y todos los cortados por este patrón deberían dar las gracias públicamente a la Asociación Nacional del Rifle por hacerles el trabajo.

Apreciando esta especialidad de la población del país resulta menos difícil comprender cómo Donald Trump ha obtenido esa incuestionable victoria a pesar de algunas de sus preocupantes declaraciones sobre cuestiones que nos van a afectar a todos. Porque el problema es que no todos los votos valen lo mismo; no vale lo mismo el sufragio de un español que el de un ciudadano de Estados Unidos. Nuestras papeletas en ocasiones ni tan siquiera sirven para elegir mayoritariamente al Gobierno, como sucede con el de Pedro Sánchez que perdió las elecciones, así que imaginen lo irrelevante que puede llegar a ser nuestra decisión para terceros países.

Sin embargo, cuando un norteamericano vota, las consecuencias de esa papeleta afectan a todo el planeta. Piensen en la enorme diferencia que supondrá para China, Rusia, Ucrania, Irán, Israel, la UE, la OTAN e incluso para la ONU la victoria de Trump. Apostaría a que ahora mismo hay mucha gente en Bruselas llorando amargamente.

En realidad, en estas elecciones los norteamericanos no solo decidieron sobre el futuro de su país sino también sobre el de gran parte del mundo, lo que implica que, de facto, el votante de EEUU detenta una cuota de soberanía de muchos países del planeta.

Lo curioso es que la mayor parte de los norteamericanos no parecen conscientes de esa realidad pues al elegir a Donald Trump han elegido la opción de encerrarse dentro de sus fronteras y perder relevancia a nivel internacional, como ya sucedió durante su primer mandato.

Gran momento para Rusia y para China que podrán ocupar el espacio que dejará vacío Trump en la esfera global. Lo que no hace que me sienta mejor a pesar de haberme equivocado.


Comentarios potenciados por CComment