La verdad es que, con la habitual mala hostia que tenemos en este país, reconozco que casi me tranquiliza ver que no somos los más cutres y chusmas en esto de las campañas electorales y en el intercambio de fuego entre los partidos políticos. Viendo cada día en la tele el tono del debate político entre Donald Trump y Kamala Harris, nuestros líderes casi parecen auténticos señores.
Personalmente, sigo esperando a que el “milagro” Kamala Harris eclosione y, además de explotar su risa como lo hace Julia Roberts, cuente algo de lo que piensa hacer si llega a la Casa Blanca. De Donald Trump ya no espero ese milagro.
Hasta hoy lo que estamos viendo en la tele es un intercambio casi diario de insultos entre una y otro, aunque hay que reconocer que Trump supera a la vicepresidenta en discurso grosero y pedorro.
Me sigue sorprendiendo que la mayor potencia del mundo tenga un debate político tan bajuno, o tal vez es que nuestros medios de comunicación no nos cuentan lo que dicen en serio sobre lo que harán cuando gobiernen. La verdad es que apenas conozco la realidad de Estados Unidos. Para ser más exacto debo decir que no la comprendo y admito que parte de la culpa puede ser mía porque nunca me ha interesado especialmente conocer en profundidad el país y a sus gentes.
Sin embargo, aún me sorprende más que, a estas alturas, la vicepresidenta Harris se haya limitado a responder a los zafios insultos de Donald Trump sin que en el resto de Occidente tengamos claro quién es la candidata demócrata, qué piensa hacer si llega a la Casa Blanca, cómo y por qué piensa hacerlo. Y da la sensación de que los votantes norteamericanos tampoco lo saben, ni les importa.
Por lo que veo en los informativos, las comparecencias públicas de ambos candidatos se limitan a un intercambio de descalificaciones salpicadas con algunos chistes malos y enormes muestras de regocijo de un público que parece quedar satisfecho con ondear banderitas al aire de modo espasmódico.
Lo cierto es que Kamala Harris salió del apantallamiento al que la tenía sometida Joe Biden para aplicarse en seguir siendo una perfecta desconocida. Su biógrafo no autorizado, el periodista de Los Angeles Times Dan Morain, afirma que Harris tiende a no pronunciarse ni comprometerse con asuntos que puedan ponerla en una situación difícil, algo que no casa muy bien con el trabajo que pretende realizar.
Y aunque es arriesgado aventurar un resultado cuando aún falta tanto tiempo para las elecciones, me da en la nariz que Kamala Harris ganará, por poco. pero ganará. Por un lado es tranquilizador que nos libre de Donald Trump aunque, por otro, no lo es que una desconocida que parece alérgica a compromisos concretos presida la primera potencia mundial.
Esperemos que no tengamos que “tunear” el refrán y que terminemos diciendo “más vale Trump conocido que Kamala por conocer”.
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