Yo creo que la gente le está dando demasiada importancia a lo de las tarjetas black y hasta considero que están siendo algo injustos con Rodrigo Rato.
Milton
Les digo una cosa, cuando los amiguetes se ponen en plan machote a fardar de sus conquistas y de sus múltiples éxitos con variadas y voluptuosas valkirias, me tienta lo de lanzarme al ruedo y relatar detalladamente mi vasta experiencia en la materia, porque a la hora de mentir y de exagerar, a mí no me gana nadie.
El otro día me fui a mi sucursal de Abarca y Devora Ltd. Bank a cantarles las cuarenta por lo de la cláusula suelo en mi hipoteca.
Como ven, en estos días me encuentro inmerso en un proceso de actualización, casi una mutación vital, en la que estoy dejando entrar algo del mundo digital en mi propia existencia.
Algunos me tildan de ser algo conspiranoico y de culpar de casi todo lo que me sucede a complots judeomasónicos que actúan apoyados por comunistas y por varias exnovias incapaces de superar lo nuestro.
Pues me estoy planteando lo de cambiar de compañía en lo relativo al seguro del Miltonmóvil.
Pues les digo una cosa, si el sector servicios no ha creado más empleo es por culpa del empresariado, que no sabe incentivar a los trabajadores.
Pues el otro día tuve que ponerle los puntos sobre las íes a unos que pretendían darme una lección de marinería.
Como todos los años, el pasado miércoles por la noche ofrecí a los vecinos de la Golden Mile mi habitual arenga de Nochebuena.
Esto de echarse un vino se ha puesto asaz complejo, que ahora le dicen “catar”, no “soplar”, y si te hincas entre pecho y espalda la botella, para que no te digan que vas pimplao tienes que terminar la última copa hablando de los taninos y del sabor a vainilla con ribetes de café y fondo de moras en vía retronasal, que es como los enólogos dicen que el tintorro tá de muerte.