Al final, yo tenía razón y todos los que se reían de mí porque tengo un móvil anticuado van a tener que agachar las orejas.
Resulta que en el salón ese del teléfono móvil que se está celebrando en Barcelona, varios importantes fabricantes han vuelto a los modelos clásicos. Entre ellos Nokia, empresa a la que propuse varias iniciativas en ese mismo sentido hace años sugiriéndoles, en una atenta carta, que volvieran a fabricar modelos como aquellos de las épocas de los gánster, que con una mano cogías el micro y con la otra el auricular. Es cierto que se complicaba lo de mandar tuiters y guasaps pero, viendo como escribe la gente, le hacíamos un servicio que no veas a la Real Academia de la Lengua.
Además propuse crear una terminal étnica, el "Phone Apache", con su puñaíllo de leña fresca, caja de cerillas y manta, para hacer señales de humo desde cualquier sitio. Sin consumir megas, sin problemas de cobertura, sin contrato y sin permanencia. Además, si te quedas sin línea, basta con meterle fuego a cualquier cosa para retomar la comunicación. Fíjense que yo creo que Nerón le dio candela a Roma porque necesitaba mucho ancho de banda.
Y, por supuesto, recuperar las cabinas telefónicas, que lo de hacer llamadas guarrunas en mitad de la noche a desconocidas -cosa que yo no he hecho jamás desde la que había en la esquina de mi calle- o que psicópatas y asesinos en serie llamen anónimamente a la Policía para confesar sus crímenes, no tiene gracia con estos teléfonos tan inteligentes que saben quién llama, desde dónde y para qué antes de que abras la boca. Díganme, ¿qué habría sido del cine sin señales de humo, teléfonos de gánster y sin cabinas telefónicas? Para mí que al sector le falta romanticismo.
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