El otro día me fui a mi sucursal de Abarca y Devora Ltd. Bank a cantarles las cuarenta por lo de la cláusula suelo en mi hipoteca.
La verdad es que, al principio, llegué de buen rollo, ya saben, a ver si podíamos entendernos por las buenas antes de que despertase el ninja que llevo aletargado dentro de mí.
Cuando me senté con el interventor y le pregunté cómo iba el banco a solucionar el tema, intentó salirme por peteneras diciendo que antes de exigir nada debería pagar los recibos de la hipoteca, que había algunos devueltos que llevaban la fecha en números romanos. Típica actitud de los banqueros cuando les pillas en un renuncio, aferrarse a un tecnicismo.
Pero yo no estaba dispuesto a ceder y, ante la presión, se derrumbó y me ofreció un seguro multirriesgo contra cláusulas suelo por solos 822,30 euros al año, más comisiones, otro de hogar, el pack superluxe, para que cuando me embarguen la casa puedan darle una mano de pintura sin que le cueste un duro al banco, antes de revenderla a un precio escandaloso; hasta me tentó con darme una patada en los cataplines con un auténtico zapato George’s de 370 euros, libre de gastos bancarios.
No me dejé sobornar y exigí que me retiraran inmediatamente la suelo y que me devolvieran lo correspondiente. Lo conseguí, dos empleados de la sucursal me llevaron en volandas y me arrojaron por las escaleras sin que tocara suelo en ningún momento hasta llegar a la acera. Y el interventor me lo devolvió todo, el desayuno enterito, que al parecer le había sentado mal. Pero me dijo que no me preocupase, que ya me lo cargaría en mi cuenta. Me alegró conseguir las cosas por las buenas sin tener que hacerle daño a nadie.
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