¿Qué significa la palabra “identidad” en el contexto político y cómo afecta a la soberanía de los Estados? La doctora en ciencias políticas y miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de Rusia, Irina Semenenko, responde a estas preguntas en una entrevista con la revista Scientific Russia.
La agencia oficial de noticias rusa Sputnik informa de que el concepto de identidad llegó a la ciencia política procedente de la psicología en el siglo XX, en la misma época en que Erik Erikson acuñó el término “crisis de identidad”, explica Semenenko.
En las ciencias políticas, este concepto ganó prominencia cuando los investigadores que trabajaban en el análisis de procesos políticos se esforzaron por explicar por qué ciertos procesos ocurren de la manera en que lo hacen y qué los configura.
Según ella, el concepto de identidad es interesante no sólo por su “potencial analítico”, sino también por el hecho de que es un caso raro de un concepto que migra de la ciencia política a los asuntos públicos.
Debido a que las personas son “criaturas sociales”, sus creencias y valores personales se moldean en la comunicación, incluida la comunicación política, con otras personas, señala Semenenko.
“En latín, identidad significa tanto ‘soy como los demás’ como ‘no soy como algunos de los demás’”, explica. “Por lo tanto, la identidad es un significado que permite a las personas posicionarse a sí mismas, trazar un límite entre ellas y aquellos con quienes se identifican y con quienes no están de acuerdo. De este modo, una persona se posiciona en un sistema de valores y coordenadas sociopolíticas”.
Además de la identidad personal, continúa Semenenko, también existen identidades grupales y colectivas, ya que las personas suelen pertenecer a una comunidad. Existe la identidad nacional (es decir, a qué nación pertenece una persona) y la identidad cívica, un concepto complejo que no se limita a ser ciudadano de algún país y que puede implicar o no activismo cívico.
Existe también una identidad política, continúa informando Sputnik, “situada en un límite entre la identidad estatal o nacional-estatal y la identidad cívica”; una identidad generacional, que se vuelve especialmente importante para las personas cuando entran en el período de la adolescencia; y una identidad profesional, cuando las personas se identifican con un determinado grupo profesional o corporación.
“Todas estas identidades se forman, no surgen de la nada, sino que se forman en las interacciones sociales. Y ciertos poderes políticos pueden influir en estas interacciones sociales. La ciencia política, entre otras cosas, estudia los mecanismos de la política de identidades”, dice Semenenko
Señala también que la identidad constituye la base de la “soberanía sociocultural” del país.
Si las personas vinculan su futuro, el futuro de su familia y sus hijos, con el desarrollo del país en el que viven o en el que quieren vivir, esto se convierte en una base para la soberanía, explica Semenenko, porque “la soberanía se basa en la idea del desarrollo”.