Exterior del Congreso de los Diputados, donde se celebra esta mañana el acto institucional por el Día de la Constitución.
Cada año le veo menos sentido a esto de celebrar el Día de la Constitución habida cuenta de que nuestra país se aleja, año tras año, del modelo de Estado que pretendía la Carta Magna. Me aburren hasta el hartazgo las vacías declaraciones de la mayoría de los políticos loando un texto constitucional que ni cumplen ni respetan.
Me parece mucho mas coherente la actitud de los diferentes partidos y gobiernos autonómicos secesionistas, que manifiestan abiertamente su desprecio hacia la Constitución y, por tanto, no engañan a nadie ni blanquean su animadversión hacia España.
No obstante sí desprecio de ellos la falta de coherencia que supone que participen en el Gobierno de un país al que no quieren pertenecer, que acepten los derechos que les otorga esa Constitución que no respetan, pero no sus obligaciones, y desprecio aún más su actitud chantajista ante un Partido Socialista dispuesto a poner en peligro principios constitucionales básicos para mantener en La Moncloa a un rehén títere, precisamente, de los que no aceptan la Constitución.
Tampoco los partidos en la oposición, trufados de corrupción, de liderazgos impuestos a dedo y de pugnas internas para hacerse con el poder a cualquier precio, permiten albergar demasiadas esperanzas sobre el futuro constitucional del país.
El balance final para el ciudadano es incluso más desesperanzador, con una España cada año más injusta, desigual, inmoral y empobrecida. Cada día más alejada de ese modelo constitucional por el creciente número de artículos de la Carta Magna que siguen sin cumplirse y, lo que es todavía peor, que cada año están más lejos de hacerse realidad.
A la ruptura del modelo constitucional ayuda la preeminecia de una oligarquía económica que prostituye la soberanía nacional teniendo a sueldo a gran parte de la clase política y a los grandes medios de comunicación con un único fin: acumular cada vez más renta en sus manos empobreciendo a cada vez más españoles.
Quien quiera creerse que esos millones de españoles que no llegan a final de mes son libres, se miente a sí mismo.
El primer artículo de la Carta Magna, en su primer apartado (Art.1.1) define a nuestro país como a un Estado social y democrático de Derecho, “que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
¿De verdad alguien cree que estamos cada año más cerca de alcanzar esas metas?
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