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Sábado, 22 de Marzo de 2025
Por Fernando Madariaga

A pesar de que nadie se lo ha pedido, ni tan siquiera Ucrania, Europa se pasa el día hablando del envío de tropas “de paz”, una vez que se alcance un acuerdo con Rusia, y aun sin contar con el consentimiento de Moscú. La idea, además de extremadamente peligrosa, es tan incoherente como la de restablecer el servicio militar obligatorio para hacer frente a la supuesta “amenaza rusa”.

En todo este asunto del rearme europeo, nuestros representantes políticos están actuando con tanta precipitación como falta de templanza. Los “líderes” europeos, movidos por el temor, están tomando decisiones erráticas cuando no estúpidas, ante la falsa certeza de que el apoyo de Trump animará a Putin a invadir el resto de Europa.

La realidad rusa, tanto la económica como la social, señala justamente lo contrario. Para su enorme tamaño, los recursos que posee y una población de 144 millones de personas, el PIB ruso es ridículo (alrededor de 2 billones de dólares en 2023). España, con 48,5 millones de habitantes, una extensión irrelevante comparada con Rusia y, desde luego, sin poseer sus recursos naturales, tiene un PIB de 1,4 billones de dólares. El PIB de la UE es de 18,4 billones de dólares.

Económicamente Rusia ni tan siquiera llega a ser un desastre, lo que significa que desde hace tres años está gastando en la invasión de Ucrania un dinero que no tiene, a la vez que alimenta la desconfianza que sus ciudadanos siempre han tenido hacia la oligarquía del Kremlin.

Lo que está haciendo el presidente Putin es reproducir el modelo de Joseph Stalin durante la Segunda Guerra Mundial: Al tratarse de un régimen totalitario que no admite la disensión ni la protesta ciudadana, un sistema en el que el valor del voto es cero, puede permitirse lanzar contra las líneas ucranianas a cientos de miles de jóvenes mal entrenados y sin los medios materiales adecuados, importando poco cuantos mueran en el empeño. Al fin y al cabo, Vladímir Putin no tiene que enfrentarse a unas elecciones cada “x” años. Es cierto que pone urnas, pero son de mentira.

Si Rusia no ha sido capaz en tres años de derrotar a Ucrania, imaginen lo que sucedería si se atreviera a amenazar a Europa. Atendiendo al grado de miseria económica de las Fuerzas Armadas rusas, tendrían que atracar gasolineras para que sus carros de combate tuvieran combustible para poder avanzar.

Lo único que hace de Rusia una superpotencia es su arsenal nuclear, y lo que la convierte en una amenaza es un narcisista desequilibrado como Vladímir Putin con el botón rojo a su alcance. Y aún así habría que determinar cuántas de esas ojivas y cuántos misiles están realmente operativos.

La principal amenaza para la UE y Reino Unido no es Moscú sino la tendencia de nuestros líderes a dejarse llevar por el pánico y a buscar soluciones particulares a problemas comunes. Con el aumento del gasto en defensa, cada gobierno europeo está haciendo cuentas de qué pellizco le tocará de ese presupuesto extra. No se plantean inversiones en sistemas de defensa comunes y compartidos, ni existe una integración real de las diferentes fuerzas armadas, ni tan siquiera las prioridades en defensa son comunes, es evidente que la amenaza rusa no pesa igual en Polonia que en España.

Además, nuestros gobernantes sí dependen de elecciones y subir los impuestos para pagar más armas no parece una buena política electoral.

Aunque siempre es mejor que la de recibir un montón de ataúdes con jóvenes muertos, algo que garantiza con total seguridad la derrota en las urnas; por eso no se entiende que nuestros temerosos líderes insistan en enviar tropas a Ucrania para vigilar una paz en la que no hemos tenido ni voz ni voto.


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