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Jueves, 11 de Abril de 2024
Por Fernando Madariaga

Aunque resulte contrario a la falsa corrección política que este Gobierno ha convertido en dogma de fe, lo de dar luz verde en el Congreso a la iniciativa popular que pide la regularización extraordinaria de medio millón de inmigrantes ilegales es un nuevo error de unos parlamentarios que deciden sobre lo que nos afecta en base a lo que a ellos les beneficia.

Porque no es la primera vez que España comete esta estupidez -se han realizado 6 regularizaciones extraordinarias desde principios de los noventa-, por lo que la decisión se convierte en más estúpida aún, pues ya tenemos experiencia sobre el “efecto llamada” que provocan estos procesos.

Excepto Vox, todos los grupos parlamentarios apoyaron el martes tramitar esta iniciativa popular, siendo conscientes de que era como poner un cartel luminoso en el Estrecho y en Canarias dando la bienvenida a todo el que sea capaz de cruzar ilegalmente el mar sin ahogarse en el intento.

Por supuesto, las mafias dedicadas al tráfico de personas tendrán que enviarle a nuestros espabilados congresistas unas botellitas de algo para darles las gracias por la enorme cantidad de dinero que se van a embolsar gracias a la pamplina de la corrección política, que se ha convertido en el catecismo de esta patética casta parlamentaria.

También los movimientos integristas de todo el planeta deben estar agradecidos a nuestro Congreso, porque los terroristas ya infiltrados en nuestro territorio en pateras y cayucos pasarán a ser residentes legales a los que no detectaremos hasta el próximo atentado.

Si bien hay que reconocer que, en este caso, la casi unanimidad de los grupos parlamentarios, a excepción de la numantina resistencia de Vox, no procede de la tradicional ineptitud de nuestros políticos, sino de la inquietud por aparecer en la foto cuando estamos a las puertas de varios procesos electorales a nivel autonómico y europeo.

Los mojigatos de la oposición no fueron capaces de llamar la atención a los parlamentarios que se autocalifican “progres” por los efectos que provocará esa nueva metedura de pata, ante el riesgo de que los fariseos, que ahora en el Hemiciclo tienen mayoría absoluta, les señalaran con el dedo al grito de “¡negacionistas!”, o peor aún, “¡xenófobos!”, y se rasgaran las vestiduras en sus escaños por el resurgir de la “extrema derecha populista”.

Todos ellos han salvado su imagen de políticamente correctos. Espero al menos que cuando llegue la noche, cierren los ojos y vengan los fantasmas, vean en sus sueños lo cadáveres flotando en el mar de aquellos migrantes a los que sus votos matarán en los próximos años.


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