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Lunes, 1 de Abril de 2024
Por Fernando Madariaga

Los acontecimientos del fin de semana, con más “narcolanchas” embistiendo a otra patrullera de la Guardia Civil, apuntan a que ni el ministro del Interior ni el presidente del Gobierno han recibido el mensaje de que su pasividad está permitiendo a los narcotraficantes hacerse con ese hueco de vacío de Estado que se está produciendo en esta parte del sur de España.

Y este tema del tráfico de drogas procedente de Marruecos presenta muchas incógnitas y zonas oscuras, de hecho cada vez más.

En primer lugar, hay que preguntarse por qué tanto Pedro Sánchez como el ministro Grande-Marlaska miran hacia otro lado cuando desde las costas del país vecino, sobre el que ambos se deshacen en halagos, sigue saliendo libremente la droga sin que ninguna autoridad marroquí haga lo mínimo por impedirlo.

Otra gran incógnita es la de que en un país “policializado” como Marruecos, en el que el control de la autoridad sobre la población y el territorio es total, existan vastas plantaciones de droga donde cultivan, cosechan y “exportan” libremente su producto sin que esa autoridad omnipresente haga nada al respecto.

Y esa gran incógnita nos conduce inexorablemente a otra que es de sentido común: ¿Quién es el propietario de esas plantaciones? Evidentemente debe ser alguien realmente importante para poder llevar su negocio con tanta impunidad. Ni los cárteles mexicanos gozan de un trato tan privilegiado en su país.

Lo que nos lleva a la siguiente duda en este galimatías: Si es precisamente la relevancia de ese o esos señores de la droga del norte del país vecino lo que obliga al Gobierno de Sánchez a su permanente servilismo. De otra forma no se entiende que desde Madrid no se haya planteado a Rabat la más mínima queja por su indolente actitud ante la situación.

Y otra gran incógnita que surge es la de si lo de dejar a la Guardia Civil inerme ante el libre ir y venir de las “narcolanchas” por el Mediterráneo tiene algo que ver con las extrañas decisiones que Sánchez ha tomado, sin dar explicación alguna, en beneficio de Marruecos desde que el “entrañable” vecino le robara información de su teléfono móvil utilizando el famoso programa Pegasus.

Con todas estas incógnitas me queda una última duda, la de si fueron los narcotraficantes los que mataron a los dos guardias civiles en Barbate o si murieron por “fuego amigo”.


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