Casi tendría gracia si no fuera porque el asunto va adquiriendo tintes preocupantes. Con lo de la sequía me ha venido a la mente cuántas veces no se le ha criticado al dictador Francisco Franco que solo se preocupara de hacer pantanos.
A la vez no he podido evitar recordar aquellos años en los que políticos de todo pelaje se rasgaban las vestiduras en Marbella por la desaladora que Jesús Gil construyó y que, según dicen, nunca pagó.
Ignoro si la pagó o no, aunque me cuesta creer que una empresa privada montara una infraestructura de muchos millones de euros sin recibir nada a cambio. Y ya que no soy en absoluto un entendido en la materia, tampoco sé si todos aquellos políticos tenían razón al mesarse los cabellos por el daño medioambiental que provocaba lo de desalar agua del mar. Tal vez habría sido mejor morir de sed para que nos enterraran en un entorno medioambientalmente sostenible, ecológico y políticamente correcto.
Recuerdo que Gil entonces defendía su iniciativa tras la experiencia de la sequía sufrida años antes y esgrimía que, viviendo del turismo, esta ciudad no se podía permitir que el visitante abriera el grifo y no saliera agua.
De la misma manera, el general Franco se obcecaba en inundar todo lo inundable ante la certeza, ya en aquellos años, de que nuestro país y su potencia agrícola no podía depender de unas lluvias que, por situación geográfica, ya por entonces eran insuficientes.
Como no soy experto en recursos hídricos, no sé si el general Franco y Jesús Gil tenían o no razón, aunque sí sé que durante décadas hemos bebido y regado de los pantanos del “dictador” y de que ahora los gobiernos de esos mismos partidos que criticaban la desaladora de Marbella pierden el culo por ampliar su capacidad de desalación, y con ello de joder el medio ambiente que tanto defienden, además de construir nuevas plantas a toda prisa a pesar de que ya es tarde para hacerlo.
Lo que también sé es que ningún gobernante de los partidos que han gobernado en ninguna administración pública ha sido capaz de prever lo que nos está pasando hoy, ni desde luego hizo nada en absoluto para estar preparados para ese "hoy" en el que no estamos preparados.
Franco y Gil sí lo hicieron, por mucho que moleste y aún a riesgo de que me acusen de algo contra la memoria democrática.
Quizá el problema está en lo que una vez le escuché precisamente a Jesús Gil cuando era alcalde de Marbella: "Las tuberías no dan votos porque no se ven".
Probablemente, esos grandes partidos que nos dan cada día lecciones de casi todo ya conocían este principio.
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