Como ya he dicho en más de una ocasión, tengo la sospecha de que Yolanda Díaz cayó en su niñez en una marmita de porros y aún arrastra los nubladores efectos de la marihuana. Es como la historia de Obélix pero sin poción mágica.
Y esta sospecha se hace cada día más sólida al comprobar que la líder de Sumar ejerce como presidenta de su propio gobierno, tomando decisiones a lo loco sin reflexionar mínimamente antes de colocarse ante las cámaras y comenzar a soltar estupideces.
Lo de la subida en un 5% del salario mínimo interprofesional (SMI) al estilo caudillo, sin contar en absoluto con la patronal y, por supuesto, sin pagar la factura que supondrá, no mejorará la capacidad adquisitiva de lo que queda de la vapuleada clase media. Por el contrario, y como sucedió con la anterior subida, solo logrará aumentos lineales de precios por encima de ese 5%, con lo que el trabajador será más pobre.
Personalmente dudo de la teoría económica que defiende que esa política es el origen de una espiral de subidas de precios y de la inflación de segunda ronda que provocan los incrementos excesivos de los salarios, aunque sí tengo claro, porque lo demuestran los datos, que cuanto más sube el SMI, más beneficios obtiene el reducido número de oligarcas que controla la economía española, más aumenta el índice nacional de pobreza, tanto absoluta como relativa, y más difícil se nos hace a la gente de a pie llegar a final de mes.
Aún no he oído a nadie afirmar que se siente menos pobre gracias a las subidas de ese salario mínimo, ni haber notado que ir al súper supone un menor esfuerzo económico.
Aumentar los salarios está muy bien siempre que el empresario pueda pagarlo, caso contrario, como bien dijo ayer el presidente de la CEOE, Francisco Garamendi, lo que se logra no es repartir más la riqueza sino la pobreza.
Y si la presidenta del "gobierno bis" decidió subir sueldos por el artículo 44 sin consultarlo siquiera con su peluquero, era previsible que no tardara mucho en que se le ocurriera otra parida. Ahora la de los sueldos de los altos ejecutivos de las grandes empresas, que amenaza con limitar.
Supongo que algunos de los que entiendan de esto en el Ministerio de Trabajo terminaron cortándose las venas cuando vieron a Yolanda Díaz soltando una nueva sandez que, además de ilegal, es la mejor forma de lograr que los más aptos para dirigir esas grandes empresas salgan corriendo de España.
Resulta sorprendente que nuestra "Antoñita la fantástica" pretenda imponer a empresas privadas lo que deben pagar a sus directivos, algo que no sucedía ni durante la dictadura. Sobre todo ahora, en esta perfecta y progresista democracia en la que los sueldos más inmorales son los que cobran expolíticos metidos a "consejeros independientes" de esas grandes empresas, gracias a la máquina de fabricar corrupción que son las "puertas giratorias" y que todos los grandes partidos se niegan a cerrar.
Siempre he creído que Pedro Sánchez sacó el cuerpo del general Franco del Valle de los Caídos para tener hueco cuando llegue el momento, pero por lo que veo va a hacer falta ponerse a cavar para colocar a tanto caudillo.
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