Reconozco que el fútbol no me interesa en absoluto, de hecho me parece lo que denomino en mi léxico personal un deporte “contraproducente”, y es principalmente por ello por lo que me parece cómico el artificial follón que se ha montado con los insultos al jugador negro del Real Madrid al que varios hinchas llamaron “mono”.
Opinión
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Aunque estaba cantada la nueva subida de tipos ayer en un cuarto de punto por parte del Banco Central Europeo (BCE), siguen sin entenderse las diferentes, y enfrentadas, políticas económicas públicas para luchar contra la inflación.
En la sesión plenaria del pasado día 19 en el Congreso, hasta los socios independentistas del Gobierno preguntaron en diferentes intervenciones al presidente, directamente y sin tapujos, qué información había obtenido Marruecos de su móvil con el software Pegasus para poder chantajearle sin disimulo alguno. El presidente no contestó.
Seguimos de espaldas a la realidad. Partidos políticos, empresas y ciudadanos continuamos sin querer aceptar que nuestra realidad es la que es y no la que nos vendemos en los informativos de la tele, ni la que cuentan nuestros representantes cuando alguien con un micro les da la oportunidad de repetir sus sandeces.
Como sufridos ciudadanos, somos conscientes de que el poco sentido de la responsabilidad que tienen nuestros representantes desaparece cuando nos acercamos a periodos electorales. No obstante, el nivel de estupidez que se ha alcanzado con Pedro Sánchez ha superado a los muchos y patéticos episodios a los que nos tienen acostumbrados nuestros lamentables dirigentes.
Tras conocer el inmoral nivel de beneficios que bancos, eléctricas, petroleras y grandes de la alimentación están obteniendo gracias a la complicada situación económica y a la eterna coartada de la guerra de Ucrania, lo único que está meridianamente claro es que nuestros mercados ni son de libre competencia, ni funcionan.
Esta tarde ha comenzado esa cumbre con Marruecos que los medios de comunicación públicos intentan vendernos de una trascendencia histórica, mientras insisten machaconamente en lo buenos vecinos que somos y en la importancia de una relación bilateral a la que España siempre ha dado mucha más importancia de la que realmente tiene.