Opinión

Pues sí, lo único que le faltaba al actual concepto de UE para provocar aún más el desinterés de los ciudadanos es que prospere la idea de una Europa a varias velocidades, relegando al vagón de cola a los Estados miembros del Este, al llamado Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia).

Aún a riesgo de ser reiterativo, que es la forma elegante de decir coñazo, el problema de la corrupción política en España no está en los sujetos sino en los partidos, especialmente en los grandes.

Con esto de distraer a la ciudadanía de los problemas que realmente tenemos, no hay día en que no surja alguna polémica estúpida en la que los políticamente correctos, convertidos ya en los nuevos inquisidores, se escandalicen y rasguen las vestiduras por cualquier cosa que permita a la clase política evitar dar explicaciones sobre por qué no hacen su parte del trabajo.

Verán, lo de que el Congreso debata esta semana si hay que modificar la llamada Ley de Memoria Histórica para desenterrar a Franco y a José Antonio en el Valle de los Caídos, para que ambos personajes no tengan tanta relevancia en un templo que, nos guste o no, es católico, es una iniciativa tan peregrina como sancionar a aquellos que compran o venden un pedazo del Muro de Berlín por tratarse de una construcción injusta y antidemocrática.