Milton

18 de julio

Aunque no sea políticamente correcto admito que cada 18 de julio me embarga cierta nostalgia. Y aunque es cierto que no es lo mismo que te embargue “cierta nostalgia” a que lo haga el banco o la Agencia Tributaria, en este día programo siempre algunos eventos para rememorar tan señalada fecha.

Porque siendo cierto que yo soy un gran demócrata, ¿qué tiene de malo sucumbir una vez al año a la tentación golpista? Por eso, comienzo la jornada izando bandera en mi gruta al toque de diana floreada.

Después, al no poder pasar revista a las tropas que deberían estar formadas en la calle pues los jóvenes de hoy son indolentes, carentes de disciplina alguna y no comprenden el placer que produce hacerse con el poder de forma violenta, mando detener a cualquier señora de avanzada edad que vea paseando a algún perrito pequeño con lengua larga.

Con ello logro un triple objetivo: evitar que el chucho siga poniendo perdida la calle con las caquitas que no recoge nadie, desmoralizar a esa sociedad civil que, en tan señalada fecha, piense aún que vivir en libertad no es cosa de comunistas y, en tercer lugar, hacer prisioneros de guerra.

Sé que no está bien lo de detener a nadie por tener un perro cagón, pero los golpistas no pretendemos hacer las cosas bien, sino lo que nos dé la gana. ¿Quién se va a molestar en movilizar a las tropas para hacer lo correcto? ¡Qué incongruencia!

Tras estos preliminares, en el programa de eventos por el 18 de julio toca a las 10,30 am la ocupación violenta de algún centro de poder.

Años atrás lo intenté en el Ayuntamiento, hasta pedí permiso por Registro de Entrada para dar un golpe en esta fecha y ocupar las instalaciones, pero me lo denegaron porque era horario laboral y no estaba contemplado ni en el proyecto de la marca "Marbella" ni en el futuro Plan General de Urbanismo.

Por esta razón siempre ocupo uno de los bares de los que soy habitual donde ya me esperan con la mesa reservada, la cañita y las aceitunas. Los camareros hasta me dan los buenos días y me agradecen la visita, lo que demuestra que la gente, en realidad, no quiere vivir en libertad sino bajo el yugo opresor de un dictador clarividente que imponga su voluntad y libere al pueblo del ingrato deber de tomar decisiones responsables.

Además sin necesidad de elecciones, lo que significa que la Junta Electoral no puede fastidiarte las vacaciones nombrándote para la mesa. Para mí que eso fue lo que pasó aquel 18 de julio, que al invicto caudillo le tocó estar en la mesa en algunas elecciones que cayeron en verano y tuvo que movilizar a la tropas para poder irse a Benidorm. Creo que lo he leído.

En fin, admito que estos actos son únicamente un homenaje nostálgico algo rancio de aquellos tiempos en los que para imponer tu voluntad a un gobierno legítimo bastaban unos cuantos soldados, un arma y una novia en la Sección Femenina; sin necesidad de presidir un banco, una empresa energética o cualquier otra cotizada.

Es que ahora todo lo complican mucho con tanto progresismo y tantas moderneces.


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