Al igual que hice en las anteriores elecciones municipales, ahora que se acercan las generales les enseñaré algunos conceptos destacados que jamás les servirán para nada. Y a la cabeza de esta importante lista está, sin duda, la diferencia entre recao y mandao.
Algún lector, en su patética ignorancia, puede pensar que estos conceptos no tienen nada que ver con el ejercicio del derecho al voto, como efectivamente sucede pero, en todo caso, son esenciales para saber la posición de cada uno en nuestra joven democracia, más ahora con la guerra en Ucrania. En primer lugar, descarten la idea de que es lo mismo que decir recado o mandado. Falso. Eso solo pasa en el mismo Madrid. Aquí es recao y mandao.
Porque en el mismo Madrid el que hace un recado se denomina recadero pero aquí, en la deep Andalucía, al que hace un recao se le llama recaero y, a diferencia del borjamari madrileño, que va él todo ufano y contento por Majadahonda a cumplir el recado, aquí, el recaero va por la calle cagándose en los muertos de to el mundo y pensando para sus adentros lo de que “yo no tengo ganas de ná, na más que de morinme”. Rara vez la gracia divina le concede su deseo.
Luego, y en segundo lugar, está el mandao, que se parece al recao pero no es lo mismo, en fin que pasa como con los chinos. En el mandao, que no mandado que eso también es endémico del mismo Madrid, el mandante, que suele ser la madre o señora de uno, envía al mandatario a cumplir alguna tarea estúpida siempre en el otro extremo de la ciudad y en hora punta. Por esta razón, jurídicamente, el mandatario también es denominado pringao, porque pringa siempre, sí o sí.
Es en este momento cuando algún lector se preguntará en qué diferencia al mandao del recao. Sencillo. En el recao no tienes que atravesar la ciudad en hora punta, el contenido del encargo suele ser la transmisión de un mensaje verbal y el recaero, a diferencia del mandatario no precisa ir amargado por la calle.
No obstante la más antigua jurisprudencia del Tribunal Supremo afirma que ambos son unos pringaos.
Sé que aún a estas alturas hay algunos que no ven clara la relación entre ambos conceptos y el ejercicio del derecho al voto, pero lo importante es entender los conceptos, que luego llegas a votar, te lías y terminas votando a la Pantoja.
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