Pues aunque les parezca increíble, estoy en el hospital. Todo fue porque el otro día me dio así como un sofisticado mareo, un desvanecimiento propio de la más rancia nobleza europea, y terminé en el suelo. Tranquilos, por suerte caí de boca y mis morros amortiguaron el impacto contra el suelo.
Al llegar a Urgencias me sentaron en una silla de ruedas y les advierto que accedí por no liarla porque el vehículo en cuestión no era ni eléctrico, ni sostenible, ni reciclable, era una silla de las de toda la vida. Una vulgaridad, antiecológico y nada fashion. Sobre todo ahora que, con el PERTE verde y sostenible, te puedes permitir el lujo de comprarte una escudería de sillas eléctricas, competir en los mejores circuitos sin sponsors y pasarle la factura a Bruselas.
Pero bueno, eso son tecnicismos. Lo cierto es que los médicos dijeron que el problema era mi corazón. Obviamente, no tenían ni idea de medicina, si es que cada vez baja mas el nivel de la universidad, porque yo salí una vez con una valkiria que era médico y que, precisamente el día que la dejé, me aseguró que yo no tenía corazón. Una cosa menos de la que preocuparme, pensé entonces
Evidentemente, no objeté nada en absoluto a los jóvenes doctores. No seré yo quien les quite la ilusión. Incluso me hicieron una ecografía para demostrarme que tenía corazón. Pero, de nuevo, se equivocaban. En principio pensé que lo que mostraban las imágenes era, sin duda, mi cafetera Nesspreso con doble boca de salida y vaporizador para la leche, y yo creyendo que la había perdido en la mudanza. Pero al escuchar los latiditos lo supe, era niña, era niña. Y eso que ella me prometió que controlaba. Zorra mentirosa.
De todos modos, también hay que verle el lado positivo a esta situación, porque me han puesto una pulserita con mi nombre que me da derecho a alojamiento, tres comidas al día y merienda, además me dan cada mañana un montón de pastillas y, aunque colocar no colocan nada, a caballo regalado... Por supuesto, todo de gratis y, aunque no se lo crean, me prohíben trabajar o hacer cualquier otra cosa útil. El paraíso.
Es verdad que se echan de menos las cervecillas y los puros habanos, pero lo estoy negociando con la dirección.
El corte que le voy a dar a mis amigos cuando aparezcan fardando con sus pulseritas del "todo incluido" después de gastarse una pasta el próximo puente en un resort con beach club.
Las próximas vacaciones me pido un buque hospital y me voy de crucero.
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