Como en este país hay mucho esnob, todo el mundo está al tanto de que se está celebrando el año nuevo chino, pero fueron muy pocos los que sabían que ayer se celebraba el Día Internacional del Abrazo. Sé lo que están pensando, que abrazando a un chino matas dos pájaros de un tiro. Cierto y ahorrar munición es importante en estos días.
Sin embargo, yo jamás baso mis decisiones pensando únicamente en la utilidad sino en la convicción, por eso, como cada año, ayer volví a salir a la calle vestido con ropa deportiva dispuesto a conmemorar la señalada fecha abrazando a cuantas valkirias exuberantes me cruzase por la vía pública.
Lo de la ropa deportiva es porque puede que el marido o pareja de alguna de las valkirias abrazadas no comparta el entusiasmo de la celebración y siempre es bueno llevar la ropa y el calzado adecuados cuando hay que correr.
Es verdad que nada impide abrazar a seres humanos de tu mismo sexo, pero con lo progres y comprensivos que nos hemos vuelto, lo mismo uno da lugar a una impresión equivocada y el próximo año, en vez del Día del Abrazo, pasa a celebrar el del Orgullo Gay. Como dijo el maestro Yoda: "cuidado con el lado oscuro, que muchos van pero ninguno vuelve. Algo tendrá".
También es cierto que lo de abrazar a voluptuosas desconocidas entraña riesgos odontológicos, que algunas sueltan unas guantás, así con toa la mano abierta, que te se salen los piños de la boca al grito de “mariquita el último”.
No obstante, la labor del abrazador es hoy similar a la que tuvieron los descubridores españoles cuando cristianizaban a los nativos en las Américas. También en aquella época había indios que se negaban a creer, por suerte teníamos a la Santa Inquisición y su impresionante capacidad de convicción.
Ahora sin embargo, cuando te encuentras a alguna que se niega a participar activamente en el Día Internacional del Abrazo y llama a la Policía y te llevan detenido, los devotos abrazadores no debemos perder la fe. Somos misioneros, como aquellos que iban a África y los de la tribu de turno los metían en una olla para papeárselos estofados. ¿Se desanimaban por ello en su labor? Jamás. Pues nosotros, abrazadores del mundo, igual.
En esta sociedad despojada de principios y valores, los abrazadores somos los nuevos cruzados obligados a salvar las almas de esas inermes valkirias, aunque no quieran salvarse, que hay mucha gente que no sabe qué es lo mejor para ellos.
Por suerte, para eso estamos los que lo tenemos todo muy claro y, además, llevamos razón.
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