Pues lo que yo les he pedido a los Magos de Oriente que me traigan este año es el kit completo de Satisfyer, pero no por nada guarruno ni promiscuo, sino porque he visto en Amazon que cada aparatito viene con sus pilas, que son las mismas que utiliza mi maquinilla de afeitar, con lo que ahorro una pasta y contamino menos.
Lo que no obsta que reconozca el mérito del inventor de este curioso artilugio que, según me cuentan porque yo de eso no entiendo, funciona aplicando pequeñas descargas eléctricas en las zonas íntimas con el objeto de provocar sensaciones inenarrables y lograr resultados que parecen imposibles incluso para los más fantasmas que puedan acodarse en la más prestigiosa barra de bar.
Es por eso que el kit de Reyes Satisfyer incluye el Satisfyer Hipotequeitor Pro2 Brutal Euribor Generation. Te vas al banco, te lo pones en las partes íntimas, le das al botón de “on” y, entre espasmos, firmas todo lo que el apoderado de la sucursal te ponga por delante, sin importar cláusulas suelo, euríbor, comisiones, plazos de amortización, ni ná de ná. Y si te pides la versión De Luxe, trae el boli de regalo.
También viene en el kit el Satisfyer Pfizer Pandemia, que se usa colocando sobre las partes pudendas una mascarilla higiénica, pero de las de antes, de las del iva al 21%, que aquí somos de nivel. Entonces le das a la corriente del aparato y, cuando estás totalmente involucrado en las descargas de placer, te clava una aguja en los mismísimos que parece el estoque de Curro Romero. Al parecer te salen los coronaviruses por la garganta entre alaridos de doloroso placer. Y con una eficacia del noventa y pico por ciento, como la vacuna normal, pero evitando el molesto pinchazo en el brazo.
El mejor regalo de Reyes, que se lo digo yo.
Por cierto, si alguien piensa en ahorrarse unos euros fabricándose su propio Satisfyer en plan Ikea, pelando los cables de la lámpara de la mesita de noche para aplicar esa lujuriosa descarga eléctrica en las zonas más íntimas, que lo haga sin miedo, que da mucha risa y deja un sutil aroma a choricillo a la brasa.
Y no es que yo lo haya intentado, que esas son cosas de viciosos y desviados.
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